Crónica de Peracense, 1209

Crónica de Peracense, 1209



Pese a que los recuerdos son cercanos, lo acontecido en el castillo de Peracense durante el último mes, se me hacen lejanos, como si de una epopeya se tratase.


Yo, amigo mío, viajaba junto a mis compañeros de armas y de viaje, camino de los valles del Jiloca, llamado por los señores de Fidelis Regi, para auxiliar en batalla que, aunque no era certera, de haberla, sería grande y dificultosa.

Así pues, los mercenarios Antonio (Jonos) y Don Enrique, junto con la señorita María, Juana (Irene) y Kamila (Leyre) y un servidor que os relata esta historia, Nando (Javier); acudimos para instalar nuestro campamento en el recinto exterior del escarpado castillo de Peracense, cuya singular silueta siempre me produce un vuelco en el corazón al avistarlo.


Tras intercambiar viandas, bebida e historias con mercenarios, caballeros y gentiles hombres llamados a la batalla desde los más recónditos lugares de Hispania, arribaría nuestro compañero Rodrigo Ballesta.

Todos los que allí estuvimos quedaron patentes en la crónica que tan buenamente hizo maese Enrique de Çaragoça.

Bien acogidos y compartiendo vivencias con el comerciante y siempre amigo Roy de Campaña (Rufino), nos pusimos al servicio de Fidelis Regi en nombre de nuestro señor Don Manuel, pues al día siguiente dura batalla nos enfrentaría para la toma del recinto interior del castillo, en ayuda de Don Ximén Cornel.

Más, al tercer día tras organizar los preparativos para tan cruenta batalla, un nuevo enemigo, más temible si cabe, nos azotó sin piedad. Así pues, la tormenta y el granizo castigó a los hombres y a los campamentos. Dura campaña la nuestra, poniendo a salvo armas y equipación, donde nuestras tiendas aguantaron formidablemente.


De esta forma, tras refugiarnos en el pueblo al pie de la montaña del castillo el cual toma su nombre, nos secamos y disfrutamos de la hospitalidad de sus gentes.

Ta desconvocada la batalla y habiéndonos calado hasta los huesos, solo nos queda la batalla que pude ser y la que sí que tuvimos.

Tal vez, amigo mío, este año Peracense no se recordará por su gran batalla, pero en los mesnaderos que allí estuvimos, quedará grabado en nuestro corazón el cómo afrontamos la furia de los elementos y como salimos victoriosos de ellos.

Si hubo batalla en Peracense… pero el enemigo fue otro.


Fernando Ortiz de Espinosa.

2 Comments:

  1. JESUS FIDELIS said...
    Buena crónica.
    Fue un placer teneros por allí, nos veremos en otras muchas.
    Jonos said...
    El placer fue nuestro por dejarnos participar de este evento que es uno de los mejores del país. :D

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