Crónicas de las Bodas de Isabel de Segura MMX
Capitulo I


Teruel, Añorada y Temida.. (por el clima)

Ahora que me encuentro de nuevo en mis dominios, mirando al norte, la mar a mi diestra, la tierra que genera mi riquea a la siniestra, y en la llar la musiqueante leña del naranjo, caldea esta gran sala, tomo mi pluma para que no caiga en el olvido estos días he hemos compartido aquellos que partimos más al norte, en tierras de Aragón, regadas por el Guadalaviar hecho Turia, la villa de los Amantes, Teruel, la Mudejar coronada por sus torres, llamados por los “Fidelis Regi” a compartir campamento y formar mesnada, Nos Caballeros Armados, y otros más que fueron un Montero, Ortiz llamado, un Comerciante ducho en armas, Roy acompañado de la su companyera Juana, morena e sonriente; y de más que siguen la enseña de Don Manuel Senyor de Villena, al que mi Reina Violante me ordenó servir, tras darme plaza en lo senyorio de Al Boaraia, tierra del oro blanco, “La Xufa”

Eranse en lo campamento también Rodrigo Ballesta, con Muquer , Ana cual la madre de la sagrada Virgen María, e hijo, llamado como el Magno Alejandro y el Caballero Isildurio, el del Cisne Blanco, con la su Dama Maribel e hijo Primogénito Varón que recibió por nombre en lo bautismo Fransisco.

Siendo miembros de la mesnada, otros, Antonio de Pardines, que es de reconocida valia y temido en usar la maza de cadena contra los enemigos, y el gran Enrique de Manuel, y la su muquer, María que juntamente con la Dolça, desconsolada viuda, nos biendieron de llantar, cuinando, e atendiendo las azarosas tareas de lo diario, aun con las gélidas aguas de las fuentes frias en este invierno, que bien nos trató todo sea dicho, apiadándose el Altisimo, de todos nos.

La nieve, como relato, visitónos a nuestro llegar recién alzado el campamento, tras azaroso viaje desde tierras de levante, noestra Valencia, donde los pertrechos nos causaron algo de demora en el partir, si bien buenas eran las caballerizas que nos portaban, briosos corceles marcados con el ferro del Iveco; preto el carruaje, ancho el pasaje que muchas leguas distaban de la mar al valle en el que Teruel reposa, sobre un alto, duro de ascender en singulares cuestas empedradas, que dan acceso a la su muralla, e torres, más aun encontrándose lo campamento a los pies de la impresionante defensa, que en eterna escalinata, desciende desde el Ovalo como manantial hasta el parque que antecede al camino de acero.

Alli animados por la buena companya, y euforia de trovarnos todos alegres e bien llegados, unos de más al sur, Petrer e otros lares, ataviados a la moda de lo Rei Jaime, otros más al estilo castellano, que extranyo es en tierras de Aragón lo Reino…

Pasada la nube que regalonos sus copos, la lumbre ardiente, y todos ya pertrechados, con plenas insistencias hacia mi persona para que luciera galas al igual que mis iguales, estréneme en la vestimenta con una túnica de noble, que fue, y lo agradezco bastante aplaudida por quienes me acompanyaban… hecho este que ensalzó mi ánimo, quitándome aun más si cabe la frescor del cuerpo, inundado del calor del afecto que se me profesara.

Ante la inminente sensación de hambre de todos los que allí eramos, pusimonos en marcha en una sinfonía de fogones y calderos prestos a preparar con la imprescindible ayuda de las Donyas, Maria e Dolça de una sopa de cebolla, pelada magistralmente por aquellos pares de manos, acompanyada esta una vez “sofregida la seba” caliente hasta el vapor el agua, y desmengado el pan y la pularda, del suculento Queso en Servilleta de manos de la Tia Concheta, que también tuvo sus admiradores…



No faltó en acompañamiento el embutido, y tras estos manjares, el conjuro del Pardines, obró el mágico Hipocras… Cálido Vinacho especiado, que fizo las delicias de propios y ajenos que al olor de la poción iban-se sumando a nuestros lindes; al tiempo que la mesma noche se tornaba en música y danzas algo más arriba, entre las plazas del Torico y la de la Judería, concurridas, si bien no tanto como anyos atrás…

De cómo resultó la dormida y otros hechos acaecidos en esa noche, más os hablaré, y si yo mesmo no lo faciera, será mi croniste Fray Miquel de Albaida quien diere cuenta según le cuente yo, que en no pudiendo venir, quedó en confesión de pecadores aquí en mi noble morada, y a fe mia, que bien “Morado” estuvo y pusose, que le ha mermado el cordón al menos un punyo del bien vivir.


2 Comments:

  1. Axil said...
    ¡Magnífico, le vais a hacer la competencia a don Enrique!
    Jonos said...
    Muchas gracia Axil.
    La crónica la ha escrito nuestro compañero Enric.
    No pretendemos hacerle competencia al muy excelente cronista de Fidelis, pero queremos dar nuestra visión de los hechos :D

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